LÓPEZ OBRADOR: ¿PARA ESO QUERÍA USTED EL PODER?
Desde 1970 López inició su
carrera política (nació en 1953). Ideológicamente es difícil definir la
tendencia del hoy presidente de México. Ni siquiera me atrevería a calificarle
de pendular. Fue militante del PRI en Tabasco (su estado natal), no obstante, la
Dirección Federal de Seguridad le investigó entre 1979 a 1983 por desviar
fondos del Revolucionario Institucional al Partido Comunista Mexicano. En 1989,
se integró el Partido de la Revolución Democrática, que fue su trinchera hasta 2012,
cuando funda el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). No quiero recorrer
su trayectoria política, hay literatura abundante. Sólo destacaré 2006. Como es
bien conocido, los resultados electorales fueron bastante cerrados, Felipe
Calderón candidato presidencial por Acción Nacional obtuvo 15 000 284 de votos,
López Obrador 14 756 350. La diferencia fue de 243 934 votos (es decir, un 0.58%).
Era natural que esto fuese impugnado ante el organismo jurisdiccional ad hoc. Ya
lo he dicho, lo de López es la constancia, y una diferencia tan corta daba
esperanza en un litigio. Pero el perredista optó por dos vías: la legal y una
resistencia bastante peculiar: cerrar el Centro histórico del entonces Distrito
federal y todo el Paseo de la Reforma hasta la Fuente de Petróleos. La toma se
hizo con el apoyo del gobierno local, a cargo de su sucesor Alejandro Encinas. Casi
hubo un acto de rebelión, pues se intentó impedir que Calderón tomase protesta
ante el Congreso de la Unión. Aquello terminó con la proclamación de una
presidencia legítima el 20 de noviembre de 2006, un acto que nadie recordó en
la contienda de 2018, pero que hubiera retratado el talante de López y sus
huestes ante las nuevas generaciones de votantes. En 2012, López obtuvo 15 848
827 votos, pero poco pudo hacer frente al priísta Enrique Peña Nieto y sus 19
158 592 votos. Durante 5 años, el porfiado tabasqueño no cesó de atacar un día
sí y el otro también a Peña, destacando el discurso de oposición a la “mafia
del poder.” López, dentro del sistema, se vendió como un luchador social contra
el establishment. Su campaña fue gris, no necesitaba gran esfuerzo: desde el
inicio de la contienda inició con un 52%, para triunfar con el 53%. En
concreto, López arrasó con 30 049 620 de votos. Para darse una idea de la
ventaja, el segundo lugar (Ricardo Anata de Acción Nacional) sólo obtuvo 12 610
120 votos.
Han pasado dos años de tal victoria, pero el porfiado López poco puede exhibir en la sala de los trofeos: el último trimestre el crecimiento económico no fue tal: -2.2%; en mayo se perdieron más de 800 mil empleos formales; la inflación es de 3.17% un dato que luce positivo, al igual que la relación del peso con el dólar estadounidense: 22.3920. Sin embargo, estos dos últimos, son más mérito del Banco de México cuya autonomía corre riesgo. Según JP Morgan (29 de mayo) se han fugado 44.3 mil millones de dólares. Simplemente no hay certeza jurídica y por ende económica. López apuesta por una refinería de petróleo inviable, el tren Maya y un aeropuerto poco funcional a costa de la pérdida de más de 70 mil millones de pesos. La gestión de la pandemia del SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19, ha sido poco transparente, sólo se sabe que México ocupa el séptimo lugar de decesos luego de Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Italia, Francia y España. Cabe decir, que este año, López había desmantelado el seguro popular y la pandemia llegó antes de instalar al Instituto Nacional del Bienestar. López, crítico incansable contra las ineficaces políticas de seguridad pública tanto de Calderón como de Peña, no puede decir que lo haya hecho mejor. Se calculan más de 53 mil muertes por la delincuencia, en los primeros 18 meses de gobierno: el doble que con Felipe Calderón y un poco más que con Peña Nieto.
No seguiré con
más datos, sólo citaré el pronóstico más optimista para la economía el año
entrante, en concreto del Banco de México: Una caída del 7.9%. El Fondo
Monetario Internacional ha previsto una contracción del 10 %. Pero para todo
ello hay una explicación. López todos los días da una conferencia de prensa a
las 7 de la mañana, como cuando fue jefe de gobierno de la hoy Ciudad de
México. Entre 2000 y 2005, aquello fue una estrategia exitosa, López le había
arrebatado la agenda mediática al presidente Vicente Fox. Hoy causan poco
impacto, Cada mañana son excusas: la mafia sigue afectando, hay periodistas
adversos, el coronavirus ha sido “domado.” Si es así, no se entiende porqué
López considera a la oposición “moralmente derrotada”, y afín a Hugo Chávez en
su tiempo: ha exigido disculpas a Felipe VI de España (incluso al papa Francisco)
por la conquista de México (sic). Afín a los regímenes de la izquierda hispanoamericana,
ayudó a la fuga de Evo Morales y dio refugio diplomático a un narcotraficante
boliviano. Morales ya no está, pero lo de la residencia de la Embajada de
México en la Paz no ha sido aclarado. Ya ni qué decir de la próxima cumbre con
Donald Trump, a todas luces inoportuna dados los tiempos electorales de los
Estados Unidos.
López luchó por ser presidente de
México más de 20 años, su perseverancia es asombrosa, y quizás se requieran
otros 20 años para recuperar el desastre presente que dio lugar en sólo 18
meses. El uno de julio de 2018, López no
preguntó como el personaje de Robert Redford: “¿Qué vamos a hacer ahora?” Lucía
muy seguro. Ayer, un amigo, que votó por MORENA,
preguntaba: "¿Para eso quería usted el poder?" Yo no le voté, pero me cuestiono
lo mismo.
Rigoberto Gerardo Ortiz Treviño
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