ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA Y MÉXICO: LOS AGRAVIOS HISTÓRICOS PARTE I




En el encuentro entre los presidentes Donald Trump y Andrés López, el segundo, en su “discurso”, habló de agravios con el vecino del Norte. Voy a hablar de tales agravios. Comencemos antes de la Independencia de lo que hoy es México. En concreto en 1801. En tal fecha, el entonces presidente de los Estados Unidos de América, Thomas Jefferson escribió al gobernador de Virginia, James Monroe, lo siguiente:

                                         

“Aunque por hoy nuestros intereses nos fuercen a permanecer sujetos a nuestras actuales fronteras, es imposible dejar de prever lo que ocurrirá en cuanto nuestra población se extienda y cubra por entero el continente del norte, si no es que también del sur.”[1]

 

Jefferson sabía lo que quería. En la búsqueda del oeste para la expansión de su naciente república, contó con la información geográfica de Alexander von Humboldt[2]. El aventurero berlinés viajó a España en marzo de 1799 para obtener de Carlos IV la autorización para explorar a los dominios peninsulares en América. Así lo concedió la Corte de Aranjuez, para partir de la Coruña el 5 de junio del mismo año. A la Nueva España llegó el 15 de febrero de 1803, llevando a cabo una exploración que concluyó el 7 de marzo de 1804. Poco después se reunió con Jefferson -traicionando a Carlos IV-, quien, tras un agasajo, compartió su cartografía. Sin embargo, Jefferson, necesitaba más información, por tanto, ordenó la Corps of Discovery Expedition, protagonizada por Meriwether Lewis y William Clark. Entre mayo de 1804 y septiembre de 1806, se estudiaron desde los orígenes del río Missouri y el río Columbia, hasta el océano Pacífico:

 

“La expedición de Lewis y Clark hasta el Pacífico en 1804 colocando la bandera norteamericana en la desembocadura del río Columbia (…) es ahora cuando se despierta o se aviva el deseo vehemente de obtener más y más tierras para la nueva República, ya que abundan las referencias y comunicaciones de los principales de sus dirigentes y de miembros del Congreso (por lo que vale decir que del pueblo todo), encaminadas a tal fin, pero  la directriz principal es hacia el sur, pues con la adquisición de la Lousiana Occidental se rompió el equilibrio, o más bien dicho acabó el predominio territorial del Sur, porque las tierras obtenidas  quedaron casi en su totalidad al norte del punto en que el río Ohío  desagua en el río Misisipi, lo que equivale a decir que se podían agregar muchos Estados sin esclavos (doce habían de ser) y muy pocos esclavistas (tres). Aparecen mapas de los Estados Unidos de América comprendiendo a Cuba y el territorio por el sureste hasta el Río Bravo, siguiendo por su corriente hasta el paralelo 31o y de ahí al Océano Pacífico, o con otras variantes igualmente ambiciosas. La expansión se hallaba en el ambiente.”[3]



Mañana seguiré contando esta historia.



Rigoberto Gerardo Ortiz Treviño


(1) Guillermo CALLEJA LEAL, y Gregorio CALLEJA LEAL, Gálvez y España en la Guerra de Independencia de los estados Unidos, ALBATROS, Valencia 2016.

(2) David J. WEBER, La frontera española en América del Norte, FCE, México 2000, p. 388.

(3)Tratado de amistad, límites y navegación concluido entre el Rey Nuestro Señor y los Estados Unidos de América firmado en San Lorenzo el Real a 27 de Octubre de 1795. Madrid, En la Imprenta real, y por su original, en la de marina del departamento de Cartagena [1796?]


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